Es momento de hacer una pausa y reflexionar sobre la invaluable experiencia que nuestros estudiantes han vivido en los últimos días en la fase municipal de los Juegos Intercolegiados. Con equipos compitiendo en disciplinas como voleibol, fútsala y fútbol de salón, tanto en la rama femenina como masculina, las canchas se convirtieron en un escenario de emociones, esfuerzo y aprendizaje.
Es cierto que el deporte de competencia nos enfrenta a dos realidades ineludibles: la alegría de la victoria y la lección de la derrota. Hemos celebrado puntos decisivos, goles vibrantes y triunfos que nos llenaron de orgullo. También hemos acompañado en el silencio y la reflexión tras un marcador adverso. Sin embargo, reducir la participación de nuestros jóvenes a una simple cuenta de partidos ganados y perdidos sería ignorar la esencia misma de su esfuerzo.
El verdadero triunfo que hoy celebramos no se mide en trofeos ni en medallas, sino en la actitud, el compromiso y el comportamiento ejemplar que cada uno de nuestros deportistas ha demostrado. Hemos sido testigos de su entrega total en cada jugada, de su respeto por el rival, de su compañerismo inquebrantable y de su disciplina dentro y fuera del campo de juego.
Nuestros estudiantes han representado a nuestra institución con honor y han demostrado que, más allá de ser buenos competidores, son personas íntegras y con un profundo sentido del juego limpio. Por todo ello, extendemos nuestro más sincero y profundo agradecimiento a cada uno de los estudiantes que vistieron nuestros colores. Gracias por su sudor, por su pasión y por recordarnos que el éxito más importante es dar siempre lo mejor de uno mismo, sin importar el resultado final.
¡Estamos inmensamente orgullosos de ustedes!
